Introducción a los fásmidos
Los fásmidos son insectos herbívoros que se alimentan de gran variedad de hojas de plantas, árboles y arbustos dependiendo de la especie, de las cuales las más comunes son rosal, zarzal, hiedra, roble, aligustre, eucalipto y e incluso helechos. Algunos se reproducen por vía sexual ya que existen tanto machos como hembras, mientras que hay algunas especies donde solamente se conocen hembras, las cuales ponen huevos viables por partenogénesis. Con respecto a esto último, la gran mayoría de las hembras de fásmidos son partenogenéticas, y también pueden poner huevos de ambas formas y que sean viables.
Existe una amplia variedad de especies. algunos muy fáciles de cuidar y otros más difíciles, sobre todo dependiendo del acceso que tengamos al alimento del que disponen para sobrevivir (tienen que tener siempre alimento), la humedad necesaria para la incubación de los huevos y el crecimiento de ninfas a adultos, y la temperatura a la que se encuentren.
Morfológicamente poseen cabeza, tórax y abdomen acabado en cola, en machos termina con el pene o edeago y en hembras con el ovipositor a partir del cual el macho las fecunda y por medio del cual ponen los huevos. Los ojos son compuestos y están colocados de manera lateral a cada lado de la cabeza. Suelen tener antenas largas con varios artejos y un aparato bucal masticador-mordedor con palpos labiales bien visibles. Tienen seis patas que terminan en un par de uñas con las que se agarran a las superficies.
También depende de la forma en la que pongan los huevos las hembras; por ejemplo, hay especies como Heteropterix dilatata o Sungaya inexpectata que necesitan de un recipiente de turba o vermiculita para introducir en él los huevos, o la especie Sipyloidea sipylus o Necroscia annulipes, que mediante el ovipositor clava y pega los huevos en cualquier superficie, por lo que es necesario despegarlos poco a poco para que no se rompan.
Los fásmidos que se crían en Artropofauna son exóticos, por lo que no es fácil encontrar ciertas especies dentro de España, pero sí criarlos en cautividad. Por el norte del país, en la comunidad valenciana y Murcia se pueden observar varias especies de insectos palo comunes ibéricos. Sin embargo, a la hora de conseguir una especie de fásmido, se recomienda lo primero tener conocimientos básicos sobre su cuidado, también asegurarnos de que al proveedor que se la compremos entienda de fásmidos, de su cría, cuidados y, sobre todo, de la especie en particular que le hemos pedido. También se recomienda que, antes de tener al fásmido, tengamos listo su terrario con las medidas adecuadas y el alimento del que diepende para sobrevivir en cautividad.
En cuanto al comportamiento, la mayoría son de hábitos nocturnos, por lo que se alimentan, copulan, ponen huevos, nacen y mudan de noche. Durante el día suelen estar quietos sobre las ramas o sobre la malla del terrario. Cuando se les asusta tienden a ir hacia el alimento y comer. Algo curioso e importante a tener en cuenta es que antes de hacer la muda, dejan de comer durante uno o dos días y se mantienen inmóviles durante este tiempo. Por lo tanto, cuando notemos este comportamiento, no se le debe asustar ni molestar. Ahora bien, si vemos que cuando esto pasa y está en una posición difícil para hacer la muda correctamente (en una rama cerca del suelo, por ejemplo), tenemos que intentar que se coloque más arriba. En este caso se le puede molestar soplándole un poco o, directamente, ayudándole a colocarse en la posición más alta. De todas formas, por norma general los fásmidos tienden por ellos mismos a colocarse en la zona más alta del terrario para conseguir hacer la muda correctamente, así que si no encuentra ramas u hojas horizontales, le será mucho más fácil mudar.
Terrario para fásmidos
Es necesario confeccionar tres tipos de terrario para cada estadio de desarrollo del fásmido: huevo, ninfa y adulto. Para una buena incubación de huevos de fásmidos encontramos tres tipos de incubación, tanto para especies que dejan sus huevos en vermiculita como las especies que pegan los huevos en oquedades o los dejan caer al suelo.
La primera técnica consiste en introducir un trozo de servilleta en un recipiente no muy grande, colocar los huevos y, junto a ellos, un tapón de botella con un algodón húmedo (intentar mantenerlo siempre húmedo y una vez que se seque volverlo a humedecer). Después se tapa casi por completo dejando un poco de ventilación mediante un trozo pequeño de malla de mosquitera pegada a la tapa, como se puede ver en las siguientes fotografías. Se trata de una técnica básica y eficaz sin necesidad de que salga moho en los huevos. Importante de todas formas vigilar la formación de moho o suciedades.
Otra técnica de incubación es introducir en una caja de plástico vermiculita húmeda y, en tapones de botella depositar los huevos de los fásmidos. Esta técnica es muy eficaz pero hay que vigilar que no se forme moho en los huevos, de ser así habría que disminuir la humedad y limpiarlos bien antes de introducirlos de nuevo en la incubadora. La ventilación debe ser escasa para que se desarrollen con buena humedad y temperatura y puedan eclosionar incluso antes. En este caso se abren algunos agujeros en los laterales de la caja.
Por último, otra técnica bastante eficiente a la hora de tiempo de desarrollo y eclosión es en la que se extiende una servilleta húmeda a lo largo de una caja de plástico, se colocan tapones de botella y encima un algodón redondo. A continuación ya se colocan encima los huevos. Vigilar que la servilleta esté húmeda y posible formación de moho. Como ventilación se añaden agujeros a los laterales del envase y/o un agujero cubierto con malla de mosquitera.
Para el desarrollo de las ninfas es necesario un terrario un poco más grande, pero no demasiado. Aquí deben estar las ninfas hasta que hayan llegado a la etapa L3 o L4, dependiendo del tamaño (si vemos que ya ha alcanzado un gran tamaño se cambian al terrario de adultos). Debe ser más alto que ancho y hay que cerciorarse de que las ramas queden por la parte del techo y no existan ramas u hojas horizontales en medio del terrario para que hagan bien las mudas, ya que si encuentran algún obstáculo pueden salir deformes o incluso morirse. Para ello se recorta una parte de la pared del bote y se coloca un trozo de malla de mosquitera para que tengan ventilación (no mucha para mantener bien la humedad), y se les introduce unas ramas con hojas pequeñas para que puedan alimentarse. Algunos ejemplos de terrarios para ninfas se ven a continuación.
Por último, el terrario de los individuos adultos debe ser, dependiendo de la especie, en general mínimo dos veces el tamaño del imago contando sus patas, para que realice bien las mudas. Personalmente el más usado y efectivo es el tipo de terrario construido con madera, malla de mosquitera y sistema de cierre de imán. Sin embargo, hay muchos otros tipos de terrario muy útiles, como los de cristal, plástico, vidrio, etc. Se pueden comprar o fabricar por nosotros mismos.
Cuando tenemos ya nuestro terrario se debe recrear a pequeña escala lo mejor posible su hábitat natural, por eso es muy importante conocer su procedencia y condiciones. Como base del terrario se puede bien colocar una servilleta (lo más preferible para detectar la presencia de huevos a la hora de la puesta, además de que es más higiénico), o bien fibra de coco, vermiculita, etc. Una vez que tenemos esto, se coloca el alimento en un tarro o cualquier recipiente con agua para mantenerlo fresco (a poder ser transparente para que cuando veamos que el agua va bajando, rellenarlo para que no se seque y dure más tiempo las hojas tiernas). Sobre todo es muy importante sellar la superficie del tarro que sostiene el alimento para evitar que los fásmidos se metan y se ahoguen, mediante algodón es una buena opción. Una vez que se seca el alimento se repone para que puedan alimentarse nuevamente.
Condiciones generales
Las condiciones de las que dependen los fásmidos son las mismas que el resto de artrópodos: temperatura y humedad. Como temperatura, por norma general suelen aguantar un rango desde los 18 hasta los 28 grados. Hay especies que soportan mejor el frío y el calor que otras que son más sensibles, como por ejemplo Medauroidea extradentata frente al espectro de Macleay (Extatosoma tiaratum). En verano es aconsejable evitar el sol directo y temperaturas excesivas de más de 30 grados, mientras que las temperaturas frías las suelen tolerar mejor mientras que no desciendan de los 15-16 grados.
La humedad sí que es más específica dentro de todas las diversas especies que existen. Dependiendo de la zona de donde provengan y el clima que acostumbra a tener esa región, necesitarán un porcentaje de humedad u otro. Por ejemplo, no es la misma humedad que necesita un fásmido proveniente de Australia a uno de Vietnam (la zona australiana suele ser cálida y tropical, mientras que la zona de Vietnam suele ser más seca). Otros fásmidos que provienen de Sudamérica también suelen necesitar una humedad un tanto elevada; los que provienen de Malasia, Filipinas, Borneo… suelen necesitar una humedad de entorno al 80-90% al ser zonas bastante húmedas. También la humedad depende mucho del grado de sensibilidad a los cambios del medio que tenga la especie; por ejemplo, la especie Lopaphus sphalerus necesita una humedad totalmente constante sin apenas fluctuaciones (entorno al 75%), si desciende o asciende mucho corren el riesgo de fallecer. Es por ello por lo que se recalca que antes de comenzar a criar una especie se tenga suficiente información sobre su procedencia y sus condiciones de vida y hábitat.